الاثنين، 10 يونيو 2024

Lecturas polisémicas del 9-J Polysemic readings of 9J قراءات متعددة المعاني

 











Las elecciones europeas son el mejor ejemplo del milagro que constituye la polisemia democrática. Aunque extraigamos de ellas una voz europea, esta surge, en realidad, de electorados tan diversos que para comprenderla adecuadamente es necesario decodificar bien sus distintos significados. Incluso cuando se manifiestan tendencias comunes, estas solo cobran verdadero sentido desde una perspectiva local.

¿Qué nos indica una primera lectura general del 9-J en clave europea? Una parte de Europa se sigue moviendo hacia posiciones ultraconservadoras y autoritarias, aunque también emergen reacciones desde la izquierda y la derecha moderadas. Los partidos de ultraderecha ganan las elecciones en cuatro Estados, menos de los esperados. Es necesario precisarlo: no es una ola electoral general sobrevenida, sino una propagación paulatina y sostenida de cambios que se dan en las escenas políticas nacionales. Asusta a la izquierda, pero amenaza sobre todo a la derecha tradicional, a la que ya ha superado en países claves, como Italia,Francia u Holanda.

Es conveniente no magnificar su victoria: siguen y seguirán siendo una minoría. Es una familia política mal avenida, que tiene en común el antiliberalismo de sus valores, pero cuyo nacionalismo decimonónico le impedirá actuar con la cohesión de socialdemócratas o populares. Y es que la normalización de la ultraderecha en las instituciones europeas expondrá a la luz sus problemas internos.

No será extraño ver, de hecho, un acomodamiento de algunos líderes ultraderechistas. Como apunta Thibault Muzergues en su reciente Postpopulisme (L’Observatoire, 2024), Italia sirve de laboratorio en el que la ultraderecha trata de hacerse mainstream, en detrimento de la vieja derecha, empleando un pragmatismo atlantista en política económica e internacional, aprovechando para incorporar, por la puerta de atrás, una agenda ultraconservadora en la moral y la identidad.

Como actor europeo, la ultraderecha apenas podrá ejercer de minoría de bloqueo. Tendrá la influencia que sus adversarios políticos quieran concederle. El resultado no será una Europa más derechizada necesariamente, pero sí con márgenes ideológicos más amplios. Será responsabilidad del resto de grupos moverse dentro de ellos.

Desde esa perspectiva, destaca el mantenimiento del centroizquierda, donde el castigo al SPD se ve compensado por la recuperación en Francia y la fuerza del PSOE. A ellos se suma el liderazgo que conserva el grupo popular. En conjunto, la lógica de acuerdos moderados y centrípetos seguirá predominando, con líderes especialmente interesados en ello, como Donald Tusk y Pedro Sánchez, que sale del 9-J mucho mejor que Macron Scholz. He ahí un eje de contrapeso evidente a la deriva ultraderechista.

De hecho, España aparece como el principal miembro de la UE donde los partidos tradicionales prevalecen y la ultraderecha ralentiza su avance, más débil que en otros Estados miembros equivalentes. Es un retrato que contrasta significativamente con el escenario de crispación que impera en la política doméstica. Sería extraño que PSOE y PP perdieran esa oportunidad para rea­firmar el papel de España en una Unión Europea que ofrece terreno de sobras para que ambas fuerzas encuentren más puntos en común de los que, por ejemplo, tiene el PP con Vox.

El recorrido de esa posibilidad depende de una segunda lectura del 9-J, en clave nacional: Sánchez resiste en un contexto de debilidad de sus socios, y Feijóo tiene dificultades para consolidar su papel como jefe de la oposición.

Tras el fracaso de julio pasado, la oposición esperaba (y muchos dirigentes socialistas temían) que las europeas se convirtieran en una segunda vuelta donde la sociedad española rechazara sin matices los acuerdos de Sánchez con los independentistas para iniciar la legislatura. Para ello, el PP no solo necesitaba ganar las elecciones, sino que debía producirse una debacle del apoyo al PSOE. Con ese plan, se avanzaron las elecciones gallegas para tratar de iniciar una ola de nieve que se llevara por delante la legislatura.

Los resultados han refutado esa expectativa. La victoria del PP no logra distanciarle del PSOE. De hecho, retrocede más de un millón de votos ante la suma con Ciudadanos en 2019, el mismo millón que aumentan Vox y la otra candidatura ultra. Y aunque el PSOE pierde cerca de dos millones de votos, mantiene su distancia con respecto al PP en las generales de julio. Estos resultados no solo desmienten que la amnistía sea la palanca que hará saltar a Sánchez de La Moncloa. Evidencian que la estrategia de deslegitimación de la vía de Sánchez para normalizar Cataluña beneficia más a la ultraderecha que al PP. Quizá sea una cuestión de tiempo que en la sede de Génova se planteen si, de nuevo, es un problema de la estrategia o del liderazgo que la aplica.

En este contexto, Feijóo podía tener incentivos para iniciar una huida hacia delante, en forma incluso de una moción de censura contra Sánchez. Su principal obstáculo es que ahora mismo todas las opciones para un fin anticipado de la legislatura solo dependen del independentismo catalán, y muy en particular, de Junts.

Ahí cabe introducir una tercera lectura del 9-J, en clave catalana: los resultados generan incertidumbre en el ámbito independentista y clarifican el proceso de negociación de un nuevo Gobierno catalán. En contraste con el mal agüero pronosticado por PP y Vox, el 9-J confirma nuevamente la crisis electoral del independentismo catalán.

Es plausible esperar que estos resultados refuercen las opciones de Salvador Illa para alcanzar la presidencia de la Generalitat, siempre que ERC no reaccione ante su declive electoral con los complejos que Junts trata de imbuirle. Los datos del 9-J no abonarían esos complejos.

Junts obtiene el peor resultado del espacio de CiU en cualquier elección desde 1977, solo por delante de los que obtuvo en las generales de julio pasado, se deja más de la mitad de sus votos de 2019 (y un tercio de los que obtuvo hace un mes), y se queda con un único europarlamentario, la delegación más pequeña en 40 años de presencia europea. En contraste, el retroceso de ERC es algo más contenido, lo que le permite mantener fuerza relativa ante Junts. La suma de ambas candidaturas apenas supera el resultado del PSC en unas pocas decenas de miles de papeletas.

Ante este pésimo escenario que deja el 9-J, PP y Junts tratarán de hacer una digestión acelerada de los resultados europeos. Resulta irónica la concertación de intereses que ahora mismo se da entre ambos partidos. Junts necesita bloquear la investidura en Cataluña para obligar a una repetición electoral, y el PP necesita lo mismo en las Cortes Generales, para evitar la estabilización del castillo de naipes que gobierna Sánchez. Lo que no está claro es que lo que le conviene a uno en Madrid sea lo mejor para el otro en Barcelona, ni a la inversa, dado el riesgo de que tanto bloqueo lleve a Sánchez a un nuevo salto acrobático, alineando en otoño calendarios electorales inéditos y temibles para sus adversarios.

También tienen otra cosa en común PP y Junts: en ambos casos, crece la incertidumbre entre sus electores menos fieles sobre la fiabilidad que desprenden las apuestas tácticas de Feijóo y Puigdemont en estos momentos. El panorama europeo del 9-J impone aquí mucha precaución: puestos a desestabilizar al Ejecutivo español, la derecha tradicional tiene hoy menos margen que en el pasado para hacerlo con éxito, porque ya hay —en el Congreso y en el Parlament— fuerzas dispuestas a reformular todos los consensos con menos escrúpulos y más descaro.

Es un riesgo del que ni siquiera Sánchez se encuentra a salvo mientras siga sosteniendo su apoyo electoral sobre el encogimiento de aquellas otras fuerzas a las que necesita para completarla.


The European elections are the best example of the miracle that constitutes democratic polysemy. Although we extract a European voice from them, it arises, in reality, from constituencies so diverse that to understand it properly it is necessary to decode its different meanings. Even when common trends emerge, they only make real sense from a local perspective.

What does a first general reading of 9-J in a European key tell us? Part of Europe continues to move towards ultra-conservative and authoritarian positions, although reactions are also emerging from the moderate left and right. Far-right parties win the elections in four states, fewer than expected. It is necessary to specify it: it is not a sudden general electoral wave, but a gradual and sustained spread of changes that occur in the national political scenes. It scares the left, but it threatens above all the traditional right, which it has already surpassed in key countries, such as Italy, France or Holland.

It is advisable not to magnify their victory: they remain and will continue to be a minority. It is an unlucky political family, which has in common the illiberalism of its values, but whose nineteenth-century nationalism will prevent it from acting with the cohesion like social democrats or popular ones. And the normalization of the extreme right in the European institutions will expose its internal problems.

It will not be strange to see, in fact, an accommodation of some far-right leaders. As Thibault Muzergues points out in his recent Postpopulisme (L'Observatoire, 2024), Italy serves as a laboratory in which the extreme right tries to become mainstream, to the detriment of the old right, using an Atlanticist pragmatism in economic and international politics, taking advantage to incorporate , through the back door, an ultra-conservative agenda in morals and identity.

As a European actor, the extreme right will barely be able to act as a blocking minority. it will have the influence that his political adversaries want to grant him. The result will not necessarily be a more right-wing Europe, but one with wider ideological margins. It will be the responsibility of the rest of the groups to move within them.

From that perspective, the maintenance of the center-left stands out, where the punishment of the SPD is compensated by the recovery in France and the strength of the PSOE. Added to them is the leadership that the popular group retains. Overall, the logic of moderate and centripetal agreements will continue to predominate, with leaders especially interested in it, such as Donald Tusk como Donald Tusk and Pedro Sánchez, who emerges from 9-J much better than Macron or Scholz.  mucho mejor que Macron Scholz This is an obvious counterweight to the far-right drift.

إن الانتخابات الأوروبية تشكل أفضل مثال على المعجزة التي تشكل تعدد المعاني الديمقراطية. على الرغم من أننا نستخرج صوتا أوروبيا منهم، فإنه ينشأ في الواقع من دوائر انتخابية شديدة التنوع، حتى أن فهمه على النحو الصحيح يستلزم فك رموز معانيه المختلفة. حتى عندما تظهر اتجاهات مشتركة، فإنها لا تكون منطقية إلا من منظور محلي.

ماذا تخبرنا القراءة العامة الأولى لـ 9-J في المفتاح الأوروبي؟ 
يستمر جزء من أوروبا في التحرك نحو المواقف المحافظة والسلطوية المتطرفة، على الرغم من أن ردود الفعل تظهر أيضًا من اليسار واليمين المعتدلين. تفوز أحزاب اليمين المتطرف بالانتخابات في أربع ولايات،( أسبانيا ) عدد أقل من المتوقع. ولا بد من تحديدها: إنها ليست موجة انتخابية عامة مفاجئة، بل هي انتشار تدريجي ومستدام للتغيرات التي تحدث في المشهد السياسي الوطني. إنه يخيف اليسار، لكنه يهدد في المقام الأول اليمين التقليدي، الذي تجاوزه بالفعل في بلدان رئيسية، مثل إيطاليا أو فرنسا أو هولندا.

من المستحسن عدم تضخيم انتصارهم: فهم باقون وسيظلون أقلية. إنها عائلة سياسية سيئة الحظ، تشترك في قيمها غير الليبرالية، ولكن قوميتها في القرن التاسع عشر سوف تمنعها من العمل بتماسك مثل الديمقراطيين الاشتراكيين أو الديمقراطيين الشعبيين. تطبيع اليمين المتطرف في المؤسسات الأوروبية سيكشف مشاكله الداخلية.

لن يكون غريباً أن نرى في الواقع تساهلاً مع بعض قادة اليمين المتطرف. وكما يشير تيبو موزرجيس في كتابه الأخير عن ما بعد الشعبوية (L'Observatoire, 2024)، فإن إيطاليا تعمل كمختبر يحاول فيه اليمين المتطرف أن يصبح التيار الرئيسي، على حساب اليمين القديم، باستخدام البراغماتية الأطلسية في السياسة الاقتصادية والدولية. من الباب الخلفي،مستغلين ، أجندة محافظة للغاية في الأخلاق والهوية.

باعتباره جهة فاعلة أوروبية، فإن اليمين المتطرف لن يتمكن إلا بالكاد من العمل كأقلية معيقة. وسيكون له النفوذ الذي يريد خصومه السياسيون أن يمنحه إياه. ولن تكون النتيجة بالضرورة أوروبا أكثر يمينية، بل أوروبا ذات هوامش إيديولوجية أوسع. وستكون مسؤولية بقية المجموعات التحرك داخلها.

من هذا المنظور، يبرز الحفاظ على يسار الوسط، حيث يتم تعويض عقوبة الحزب الاشتراكي الديمقراطي من خلال الانتعاش في فرنسا وقوة حزب العمال الاشتراكي العمالي. ويضاف إليهم القيادة التي تحتفظ بها الجماعة الشعبية. في عموم الأمر، سوف يستمر منطق الاتفاقات المعتدلة والجاذبة للمركز في الهيمنة، مع اهتمام القادة بشكل خاص به، مثل دونالد تاسك como Donald Tusk وبيدرو سانشيز، اللذين يخرجان من 9-J بشكل أفضل كثيرا من ماكرون أو شولز.mucho mejor que Macron Scholz  يشكل هذا ثقلا موازنا واضحا للانجراف اليميني المتطرف.





ENFRWC الشبكة المصرية  

 ثلاثة عشر عام مكرسة لخدمة القطاع الناشئ

 Years Devoted to serving the RE sector & Water fields Thirteen

More than 158.000 Followers worldwide

اكثر من 158.000 متابع حول العالم

ليست هناك تعليقات: